25.11.09


ENTRELAZAMIENTOS Y COMPARACIONES

La asociación entre capitalistas de distinto origen explica también, la reacción financiera convergente que exhibieron todas las potencias frente a la crisis actual. No se repitió el repliegue nacional de los años 30. Estados Unidos, Europa y Japón sostuvieron el movimiento internacional de capitales y acordaron un relanzamiento del FMI, para reordenar la estructura bancaria global.
Las principales gobiernos decidieron reformar esa entidad para administrar el curso de la eclosión, redistribuyendo las atribuciones que cada país detenta en ese organismo. En la época de la gran depresión no operaban instituciones de este tipo, ni regía un funcionamiento mundializado de las finanzas.
El mismo contraste se verifica a nivel comercial. A diferencia de lo ocurrido durante la primera mitad del siglo XX, la crisis no ha modificado la primacía del libre-comercio sobre el proteccionismo. Los gobiernos continúan actuando bajo el paraguas de la OMC y mantienen en pie los tratados bilaterales y multilaterales. Hasta el momento, los incrementos de aranceles han sido marginales, la presión aduanera se ejerce por la vía indirecta de las devaluaciones y las medidas de “compre nacional” han sido muy limitadas.
Las empresas transnacionales se oponen a todo incremento de aranceles que desate una escalada de reacciones recíprocas. Esta andanada que afectaría seriamente los negocios globalizados, por el momento no se avizora. Para revertir la fuerte reducción de tarifas aduaneras que se registró entre 1986 y el 2007 (del 26 % al 8,8% del promedio mundial) se requeriría un gran viraje proteccionista, a su vez precedido por drásticas retracciones del comercio internacional.
La continuidad del libre-comercio es congruente con la persistencia de inversiones cruzadas entre capitalistas de distintos países. La crisis no ha debilitado esta interacción. Al contrario, continúan floreciendo las adquisiciones entre firmas de variado origen. Lo ocurrido en la industria automotriz es un ejemplo de estos enlaces. Mientras que Renault (Francia) estrecha vínculos con Nissan (Japón), Tata (India) adquiere marcas de Ford (norteamericana), Fiat (Italia) compra parte de Chrysler (estadounidense), General Motors vende marcas y activos a Hummer o Geely (chinas) y Beijing Automotive se asocia con Volvo y Opel (Alemania)1.
Este avance de la internacionalización no ha creado un capital transnacional único, sin centro y ni fronteras. El capitalismo continúa operando a través de múltiples estados nacionales. Pero el entrelazamiento de las empresas ha forzado una gestión más colectiva de las potencias. La mundialización económica y la ausencia de confrontaciones bélicas inter-imperialistas, han creado un escenario muy distinto al imperante durante la gran depresión.
En los momentos más álgidos de la crisis reciente, aparecieron frecuentes analogías con esa época, que omiten esas diferencias. Este olvido simplemente retrató la desesperación de la elite financiera durante el estallido. La sensación de catástrofe condujo a presagiar la inminente repetición del 29, en comentarios de la prensa y opiniones de los economistas más afamados. Las semejanzas entre ambas situaciones estuvieron en boca de muchos analistas durante varios meses2.
Pero en estos paralelos se compararon episodios (septiembre 2008 y octubre de 1929) sin evaluar correctamente los contextos. Este error fue muy visible en la tesis que postuló la total equivalencia entre ambas crisis3.
Resulta imposible predecir si el clásico crack del pasado reaparecerá en el futuro próximo. Pero hasta ahora la intensidad de la crisis ha sido muy inferior a la gran depresión. El desmoronamiento de las Bolsas -desde el inicio de la eclosión (septiembre del 2008) hasta el punto más bajo (marzo 2009)- acumuló una caída del índice SP de Wall Street del 53%. Este derrumbe superó el 48% registrado en 1929, pero el precio de las acciones recuperó posteriormente un 40% de esa caída (octubre pasado).
También la contracción del comercio mundial del 2008 dista mucho de la retracción de 1929-1934 (66%). Por otra parte, las estimaciones del PBI indican una probable recesión mundial del 1,3% (2009), cuya duración ya superó en Estados Unidos los 16 meses. Este bajón no se aproxima a la caída del 33% registrada en 1929-33, ni presenta la extensión de 43 meses que siguió al desmoronamiento de 1929. En cualquier caso es ocioso especular sobre la repetición de ese desplome. Lo importante es caracterizar adecuadamente el contexto que singulariza a cada período4.

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