25.11.09

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CONTINUIDAD DEL NEOLIBERALISMO

En la crisis volvió a prevalecer la conducta neoliberal que guía a las clases dominantes. Los poderosos no abandonaron en ningún momento sus prioridades de ataque a las conquistas populares. Han rechazado el otorgamiento de concesiones sociales y se oponen frontalmente a recomponer el estado de bienestar.
El desempleo, la flexibilización laboral y la pauperización son nuevamente utilizados para buscar salidas regresivas. Con esos instrumentos se amplió en las últimas décadas el radio de geográfico de la acumulación (expansión a los países del ex “socialismo real”) y se ensanchó el universo de los negocios (especialmente a través de las privatizaciones). Aprovechando el desconcierto creado por la crisis, los acaudalados intentan profundizar ahora esta misma línea de agresiones1.
Esta pretensión choca con el desprestigio que han sufrido los mitos neoliberales. El socorro estatal a los bancos quitó encanto a la magia del libre mercado y la digitación de esos auxilios diluyó las fantasías de la competencia perfecta. Pero el abismo entre los discursos y las prácticas derechistas, no modifica la estrategia que han utilizado los poderosos para recomponer su tasa de ganancia.
Es prematuro predecir cuál será el rol que mantendrán los financistas en el esquema económico. La principal función de su liderazgo ha sido imponer una férrea disciplina monetaria y gerencial en las empresas, para debilitar la resistencia de los trabajadores. El estallido del 2008 aumentó el descrédito de los banqueros, pero en los últimos meses este grupo volvió a reconquistar primacía. Es evidente que los cuestionamientos a este sector dependerán de la intensidad de la crisis.
La responsabilidad directa de las políticas neoliberales en la gestación de la crisis es otro dato ya conocido. Pero los grandes capitalistas se aferran a la orientación que les permitió multiplicar sus fortunas. Aquí enfrentan un dilema sin solución. El rumbo económico que ha generado tanto lucro, potencia la inestabilidad del sistema y empuja a los dominadores a caminar por la cornisa.
Es evidente que la desregulación laboral, la liberalización del comercio y el movimiento irrestricto de fondos restauraron formas más puras de funcionamiento capitalista. Pero con este reinado irrestricto de la rentabilidad se rompieron muchos diques que morigeraban los desequilibrios del sistema. Por esta razón el capitalismo se ha tornado más ingobernable.
Al potenciar la explotación de los trabajadores, el esquema neoliberal acentúa la polarización del ingreso, intensifica las burbujas financieras y agrava los desequilibrios productivos. Este modelo incluye todos los componentes de una bomba de tiempo, que nadie se atreve a desactivar.

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